RECUERDO LOS AÑOS EN QUE CONOCÍ A ESPERANCITA. ERA UNA NIÑITA PRECIOSA CON UNA CABELLERA RUBIA TODA LLENA DE TIRABUZONES NATURALES Y SIEMPRE CON MOCOS SECOS EN SU NARICILLA RESPINGONA. ERA UNA NIÑA SIMPÁTICA, MUY DULCE, FELIZ, LLENA DE AMOR POR LOS ANIMALES, ENTREGADA A CUIDAR DE SUS DOCE HERMANITOS PEQUEÑOS. VIVÍA EN UNA PEQUEÑA ALDEA PERDIDA DE LEÓN. SU PADRE ERA MINERO, UN MINERO LUCHADOR, QUE LA GUARDIA CIVIL ENCERRABA CON FRECUENCIA EN LOS CALABOZOS POR MOTIVOS PREVENTIVOS. SU MADRE PARECÍA MÁS MAYOR DE LO QUE EN REALIDAD ERA, FATIGADA POR LOS PARTOS Y LA CRIANZA DE TANTAS CRIATURAS, POR LA ETERNA LUCHA DIARIA DE INGENIÁRSELAS PARA DAR DE COMER ALGO A SU GRAN FAMILIA. LA BELLEZA QUE TUVO DE JOVEN SE LE HABÍA IDO TODA AL CORAZÓN.
LOS CAMBIOS QUE SUFRIÓ ESPERANCITA NADIE SABE PORQUÉ FUERON. DE LA NOCHE A LA MAÑANA ESPERANZA EMPEZÓ A CONVERTIRSE EN UNA MUJERCITA EGOÍSTA QUE RENEGABA DE SU ORIGEN HUMILDE Y QUE SOLO SOÑABA CON IRSE DEL PUEBLO A BUSCARSE LA VIDA, LEJOS DE SU ENTERNECEDORA FAMILIA. SE CONVIRTIÓ EN UNA NIÑATA SOBERBIA, MALEDUCADA, MALHABLADA, RESPONDONA. EMPEZÓ A JUNTARSE CON OTROS NIÑATOS QUE VESTÍAN CAMISAS AZULES CON CANGREJOS EN EL PECHO Y, DESDE ENTONCES, SU CAMBIO SE RADICALIZÓ. ACOMPAÑABA A ESTOS NIÑATOS AZULES A PEGAR A LOS NIÑOS DESCALZOS AÚN MÁS POBRES QUE ELLA, A TIRAR PIEDRAS A LOS HUELGUISTAS, A ENSUCIAR EL PEQUEÑO Y CRISTALINO ARROYUELO QUE PASABA POR EL CENTRO DE PUEBLO, DIVIDIÉNDOLO EN DOS MITADES CASI PERFECTAS, EN LAS DOS MITADES QUE ESPERANCITA HABÍA DECIDIDO DIVIDIR SU CORAZÓN, OLVIDANDO PARA SIEMPRE UNA DE ELLAS.
SE FUE A MADRID Y DEJAMOS DE SABER DE ELLA HASTA QUE EMPEZAMOS A VERLA EN LOS TELEDIARIOS, MUY TRAJEADA, MUY MAL ACOMPAÑADA Y MUY ESTIRADA. LE OÍMOS DECIR UN DÍA QUE PROVENÍA DE UNA FAMILIA NOBLE. ESTA FUE LA ÚNICA VERDAD QUE DIJO EN TODA SU CARRERA POLÍTICA; SU FAMILIA ERA REALMENTE NOBLE, NOBLE DE VERDAD.
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