domingo, 8 de enero de 2023

El amanecer atorado

 Aquella mañana el día no terminaba de amanecer. Se quedó atorado. El sol se paralizó justo en la línea del horizonte dejándose ver solo una mitad. Pasaron los minutos y siguió en la misma posición. Los minutos se convirtieron en horas y ahí seguía el sol, empeñado en no terminar de salir. Qué habría podido pasar para que se diera este fenómeno? El sol se había quedado como a ralentí.

Esta situación sembró el desconcierto de la población. Sería un efecto óptico desconocido? Qué estaba pasando para que se diera esta situación? Nadie se atrevía a salir a la calle. Observaban lo que ocurría desde sus ventanas y balcones. Temían que pudiera ocurrir algún desastre. Se debatían entre el miedo, el desconcierto y la curiosidad.

Pero tras el paso de las horas y comprobar que nada extraño ocurría, excepto que el amanecer se había quedado atorado, la gente empezó a salir a la calle.

Pasaron los días, bueno las horas, y todo seguía igual. El sol continuaba en la misma posición, ni para arriba ni para abajo, ni para adelante ni para atrás.

La población poco a poco se fue haciendo a la situación, la fue aceptando y aprendió a convivir con ella.

De este suceso pasaron años, y todo continuó igual que aquel extraño día. Los científicos intentaron dar sus explicaciones del extraño acontecimiento, pero pocos se ponían de acuerdo en ellas. Los más agoreros hablaban del fin del mundo, pero el tiempo mismo se encargó de desmentirlos. Otros decidieron vivir el momento presente, el amanecer continuo, como un regalo, como una dicha, y se entregaron a los placeres inmediatos, a una vida sin ningún control.

Las autoridades tuvieron que improvisar nuevas leyes, nuevas normativas para regular está extraña situación que cada día, cada hora, se iba convirtiendo en más normal.

Pero como todo en algún momento llega a su fin, un día inesperado el sol comenzó a moverse y emergió del todo del horizonte. Y siguió moviéndose durante todo el día como si no hubiera ocurrido nada, como si todo hubiera sido un bonito sueño o una terrible pesadilla, todo es cuestión de gustos; y de la noche a la mañana, bueno del amanecer continuo y atorado se pasó a los amaneceres de siempre, los días de siempre, los atardeceres de siempre, los anocheceres de siempre. Y todo empezó a volver a su antigua normalidad. Bueno, la verdad es que tan normal no volvió a ser nunca, nunca.