una noche, durante mi ronda con el perro, oí voces que salían de una ventana que era la primera vez que veía abierta. no entendía muy bien lo que decía; pero sonaban a lamentos, a quejas, a reproches. solo se escuchaba una voz, no era una conversación, quien fuera estaba sola o solo, no llegaba a distinguir bien su sexo, creo que no lo tenía. aunque parezca extraño era una voz carente de sexualidad, indescifrable, indescriptible, inapropiada, adversa, irreconocible.
cuando a la mañana siguiente volví al lugar atraído por los recuerdos de la noche, no conseguí encontrar la ventana ni la casa. comencé a pensar que todo había sido un sueño, un estúpido y absurdo sueño; pero algo en mí me aseguraba que había sido verdad, más real que yo mismo, que tú, que él y que ella, que toda esta ridícula trola que estoy escribiendo por mi dependiente necesidad de hacerlo todos los días, aunque no diga nada.
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