domingo, 9 de enero de 2011

ridícula trola

una noche, durante mi ronda con el perro, oí voces que salían de una ventana que era la primera vez que veía abierta. no entendía muy bien lo que decía; pero sonaban a lamentos, a quejas, a reproches. solo se escuchaba una voz, no era una conversación, quien fuera estaba sola o solo, no llegaba a distinguir bien su sexo, creo que no lo tenía. aunque parezca extraño era una voz carente de sexualidad, indescifrable, indescriptible, inapropiada, adversa, irreconocible.
cuando a la mañana siguiente volví al lugar atraído por los recuerdos de la noche, no conseguí encontrar la ventana ni la casa. comencé a pensar que todo había sido un sueño, un estúpido y absurdo sueño; pero algo en mí me aseguraba que había sido verdad, más real que yo mismo, que tú, que él y que ella, que toda esta ridícula trola que estoy escribiendo por mi dependiente necesidad de hacerlo todos los días, aunque no diga nada.

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