MI PADRE FALLECIÓ UN MES DE NOVIEMBRE EN QUE YO RECIÉN HABÍA CUMPLIDO TRECE AÑOS. HASTA ENTONCES EN MI CASA SE HABÍA VIVIDO SENCILLAMENTE; PERO CON DESAHOGO. A PARTIR DE AQUELLA DESGRACIA VIVIMOS AÑOS DUROS ECONÓMICAMENTE HABLANDO. LAS PRIMERAS NAVIDADES SIN MI PADRE FUERON CRUELES; PERO MI MADRE ERA UNA MUJER FUERTE Y NOS QUERÍA MUCHO. SIEMPRE HABÍAMOS TENIDO UNOS REYES GENEROSOS. AQUEL AÑO NO ESPERÁBAMOS NADA. TODOS EN CASA ÉRAMOS CONSCIENTES DE LAS DIFICULTADES. MI MADRE NO PODÍA DEJARNOS SIN NADA, Y AQUEL AÑO LOS REYES NOS TRAJERON UN BALÓN DE GOMA A IMITACIÓN DE LOS DE REGLAMENTO. ERA PARA MI HERMANO Y PARA MÍ. LOS DOS SABÍAMOS EL ESFUERZO QUE HABÍA SUPUESTO PARA ELLA. LO AGRADECIMOS COMO EL MEJOR REGALO DEL MUNDO. CUANDO PUDIMOS SALIR A LA CALLE LO SACAMOS PARA JUGAR AL FÚTBOL. EN UNA DE LAS PATADAS QUE LE DIMOS TUVIMOS LA MALA FORTUNA DE QUE EL BALÓN SE QUEDÓ CLAVADO EN UNA RAMA ROTA DE UN ÁRBOL. NOS QUEDAMOS SIN BALÓN; PERO ESE JUGUETE ES DE LOS QUE MÁS RECUERDO POR EL AMOR CON EL QUE MI MADRE NOS LO COMPRÓ.
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