martes, 31 de agosto de 2010

ÉRASE UNA VEZ...


ÉRASE UNA VEZ UN GILIPOLLAS PERDIDO QUE SE ENCONTRÓ CON UNA GILIPOLLAS DEL CULO. SE MIRARON A LOS OJOS Y LOS DOS CAYERON COMO CONEJOS ESTÚPIDOS EN BRAZOS DE LA PASIÓN MÁS ABSURDA. LOS DOS GILIPOLLITAS SE PASABAN EL DÍA AGARRITOS DE LA MANO, DÁNDOSE BESITOS EN LOS BANCOS DE LOS PARQUES. EN LOS OTROS NO LOS DEJABAN LOS VIGILANTES DE SEGURIDAD, QUE ERAN DE LO MÁS DESABORIDOS. TANTO QUE NO PERMITÍAN NI QUE LAS VIEJITAS PIDIERAN EN LA PUERTA ALGUNA CALDERILLA. LAS POBRES VIEJITAS EN REALIDAD ERAN HADAS MADRINAS Y A TODO EL QUE LE DEJABA ALGUNA MONEDA LE CONCEDÍAN EL DESEO DE OBTENER SIN DIFICULTADES NI COMISIONES LAS HIPOTECAS Y PRESTAMOS QUE IBAN A PEDIR A LOS BANCOS. TANTAS HIPOTECAS Y TANTOS PRESTAMOS CONSIGUIERON QUE ARRUINARON A LOS BANCOS Y ESTOS ARRUINARON A LOS PAÍSES Y LOS PAÍSES ARRUINARON A SU PUEBLO Y EL PUEBLO TUVO QUE PEDIR CALDERILLA DE PUERTA EN PUERTA. PERO EL PUEBLO NO TENÍA PODERES MÁGICOS Y, AUNQUE INTENTÓ POR TODOS LOS MEDIOS SALIR DEL AGUJERO, ESTE SE HACÍA CADA DÍA MAYOR Y MAYOR HASTA QUE SE LO TRAGÓ Y DESAPARECIÓ, Y CON EL ARRASTRÓ A TODOS LOS PAÍSES Y A TODOS LOS BANCOS... Y ESTA HISTORIA SE ACABÓ PORQUE NO QUEDÓ NADIE, SÓLO YO QUE SOY EL GILIPOLLITAS DEL PRINCIPIO Y ALGUIEN TENÍA QUE CONTAR LA HISTORIA, AUNQUE NADIE LA LEA.

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