LOS MUROS DE LA ALEGRÍA
SE HAN DE TREPAR CON LA CALMA Y LA PACIENCIA DEL AMANECER
CON EL SIGILO Y EL AMOR DE LAS MADRES
CON LA FURIA Y LA IRA DEL MANSO
CON EL ESTRUENDO Y EL OLOR DEL SOL
CON LA ATADURA DE LAS VOCES MUERTAS
CON EL DOLOR DE UN PARTO DIFÍCIL
CON LA INQUIETUD DEL JOVEN VITALISTA
CON LA TERNURA Y EL DULZOR DE LOS RECUERDOS GRATOS DE LA INFANCIA.
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