DORMÍA YO PLÁCIDAMENTE EN MI CAMA DE CRISTAL, CUANDO DE PRONTO APARECIÓ EN LA VENTANA UNA GIGANTESCA LOMBRIZ VOLADORA. AL PRINCIPIO NO QUISE PRESTARLE ATENCIÓN, PREFERÍ IGNORARLA, CREERLA UN SUEÑO DE LOS MUCHOS QUE OLVIDO AL DESPERTAR; PERO CADA VEZ SU PRESENCIA Y SU REVOLOTEO INCESANTE SOBRE MI CABEZA ME HIZO DARME CUENTA DE QUE NO ERA NINGUNA ESTÚPIDA PESADILLA, DE QUE AQUELLA LOMBRIZ ERA IGUAL DE REPUGNANTE QUE VERDADERA. ENTONCES DI UN SALTO DE LA CAMA, Y CON LA ZAPATILLA INTENTÉ AHUYENTARLA, ECHARLA DE MI HABITACIÓN. LA INCÓMODA LOMBRIZ NO SÓLO NO SE FUE SINO QUE EN UN DESCUIDO SE ME METIÓ POR UN OÍDO Y COMENZÓ A ZUMBAR EN MI CEREBRO COMO UN ENJAMBRE DE AVISPAS RABIOSAS, PICOTEÁNDOME POR TODOS LOS RECOVECOS POR DONDE PASABA. YA SE ME HIZO IMPOSIBLE CONTINUAR EL SUEÑO. DECIDÍ LEVANTARME Y DARME UNA DUCHA. MIENTRAS EL AGUA CORRÍA POR MI CUERPO EMPECÉ A SENTIR UNA SENSACIÓN DE BIENESTAR, DE PUREZA, DEJÉ DE OÍR Y SENTIR A LA INCÓMODA LOMBRIZ Y ME OLVIDÉ DE ELLA DURANTE TODO EL DÍA. PERO QUE SEPAN USTEDES QUE NO SE HA IDO, QUE SÉ QUE ESTÁ AGAZAPADA EN MI CABEZA, ESPERANDO EL MEJOR Y MÁS INOPORTUNO MOMENTO PARA VOLVER A ZUMBARME EN ELLA Y DESVELARME.
CON EL PASO DEL TIEMPO ESTA PEQUEÑA HISTORIA SE ME HA HECHO TAN FAMILIAR QUE INTENTO VIVIR CON ELLA COMO SE VIVE CON UN FORÚNCULO DOLOROSO QUE NO ACABA DE DESAPARECER NUNCA, Y QUE, AUNQUE LE PROPORCIONES LOS MÁXIMOS CUIDADOS, ESTÁ SIEMPRE AHÍ DISPUESTO A RESURGIR CON LA VIRULENCIA DE UN CÁNCER MALIGNO IMPOSIBLE DE EXTIRPAR.
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